Capítulo VIII: Homenajes (sonidos celebrantes)

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Capítulo VIII: Homenajes (sonidos celebrantes)

Hay épocas del año especialmente propicias para recordar a quienes nos precedieron y, sobre todo, a quienes más nos han influido e inspirado. Así se van tendiendo hilos (o cadenas, según se mire) que nos unen (o nos atan) al pasado, y se crean comunidades entre personas (y, en su caso, artistas) que comparten unos mismos referentes. En esta sesión de escucha recuperamos obras que homenajean —o que, directamente, están dedicadas— a figuras consideradas magistrales por sus respectivos autores y autoras.

La primera sección del montaje sonoro reúne buena parte de las obras que Eduardo Polonio (1941) ha compuesto en recuerdo y celebración de personas especialmente relevantes para él, como, respectivamente, el poeta Juan Eduardo Cirlot (Einai), el musicólogo Luigi Pestalozza (LP), o colegas como Jorge Peixinho (Secuencia a Jorge), Pierre Schaeffer (Piedra) o Gabriel Brnčić (Oh Gabriel —obra con la que se inicia esta audición—). La música de Polonio —generoso, como se puede comprobar, en este tipo de homenajes— reaparecerá en dos momentos posteriores de esta audición: con la pieza titulada 60 Segundos de incertidumbre y, en los últimos instantes de la sesión, con Esa ola de luz, dedicada a Luigi Nono.

El tantas veces considerado “padre de la música concreta”, evocado en la última de las piezas de Polonio presentadas en ese primer bloque, también es rememorado a través de las siguientes dos obras que presentamos: Olvidar Pedro (Homenaje a Pierre Schaeffer), de David Alarcón, y Étude aux disques de gramophone, de Miguel Molina.

Este juego de dedicatorias cruzadas continúa en lo que podría considerarse el siguiente bloque o conjunto de audiciones; todas ellas proceden del cedé titulado “Un minuto para Miguel Molina”, que en el año 2012 produjimos y editamos Rocío Silleras, Ferrer-Molina y Miguel Álvarez-Fernández como parte de un proyecto comisarial en el que invitamos a una serie de artistas a preparar piezas de un minuto de duración que celebrasen la trayectoria de ese otro gran maestro —sobre todo como Catedrático en la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Politécnica de Valencia— que es Miguel Molina. En aquel año Molina había recibido el premio “Cura Castillejo” (en la cuarta edición de este galardón —creado en 2008 por Llorenç Barber y Montserrat Palacios— que aspira a reconocer el “propondre més foragitat”, y que celebra la labor de las figuras más relevantes en el ámbito del arte sonoro y las músicas experimentales dentro del Estado español).

De aquel conjunto de treinta miniaturas aquí se pueden escuchar las creadas por Avelino Saavedra (Definizione di futurismo —Marinetti freestyle—), Josep Lluís Galiana (Claro… improvisar), María Andueza (Freesound-No1-Female), Isaac Diego + Proyecto 23 (Homenatge en A), Rubén Gutiérrez del Castillo (De tierra roja…), Ángela Montesinos y Jorge Marredo (Castillejo vs. Russolo), Mikel Arce (E lucevan le stelle-Caruso-sampler), Anne-Françoise Raskin (Feliz Castillejo, Miguel), Martí Guillem (Kant-Cage-Molina), Fernando Millán (Cree 1b), Truna (El sueño del cocodrilo), Bartolomé Ferrando y Avelino Saavedra (Improvisaciones), Rocío Silleras (MisaKo), el ya mencionado Eduardo Polonio (60 Segundos de incertidumbre), Ferrer-Molina (Rasgueao), Montserrat Palacios y Llorenç Barber (Canon para Miguel Molina) y José Iges (Crisis —A Miguel Molina—). 

De nuevo puede considerarse que la última pieza citada actúa aquí como puente o bisagra entre dos secciones, pues la composición de José Iges (1951) no solamente forma parte del disco anteriormente mencionado, sino que también aparece dentro de un importante proyecto —entre los más ambiciosos que ha acometido este artista— titulado “Dedicatorias”, y también editado en cedé (en este caso, por el sello World Edition, dirigido por la compositora María de Alvear, que lo publicó en el año 2016). De este conjunto de sesenta piezas —también de un minuto de duración cada una, pues Iges recogió la idea planteada por el homenaje a Miguel Molina—, aquí recuperamos las siguientes:

Ursonate in Spanish Omelette (A Pere Sousa y José Manuel Berenguer); Basura Bella (a Pepe Murciego y Diego Ortiz —La Más Bella—); Global Tour (A Francisco Felipe); Coral hablado (A Ramón Barce, Juan Hidalgo y Walter Marchetti; Radiorramón (A Ramón Gómez de la Serna y José Augusto Ventín); Tejido Silbado (A Fernando Palacios); APAL (A Antonio Agúndez); Tiempo dentro del tiempo (A José Manuel Ripoll y Esther Ferrer) y Arte Cisoria (A Javier Maderuelo).

Tras un notable salto generacional, la siguiente sección del montaje recupera dos composiciones firmadas por autores nacidos, respectivamente, en 1980 y 1990 (Ángel Faraldo y Joan Gómez Alemany), que coinciden al homenajear la figura del compositor italiano Giacinto Scelsi. Del proyecto “Scelsi Remix: 7 Mantras” (integrado por siete composiciones, cada una de las cuales alude a uno de los chakras de la tradición hindú, asociados respectivamente a colores cuyas frecuencias lumínicas Faraldo ha trasladado al rango audible para que sirvan como tonos fundamentales en cada una de las piezas) escuchamos la que lleva por título “Aum”. Por su parte, Gómez Alemany describe con estas palabras su Omaggio a Scelsi: “Este homenaje al compositor comienza con el sonido de la guitarra acústica y luego, mediante una sencilla operación electrónica, crea una inmensa orquesta que acústicamente no podría existir, pero que gracias a los medios electrónicos es posible imaginar”. La pieza forma parte del disco “Electroacoustic Works (2016-2019)”, editado por el sello discográfico Liquen Records (vinculado, a su vez, con la editorial EdictOràlia —el músico y teórico Josep Lluís Galiana dirige ambas plataformas, con las que Gómez Alemany colabora asiduamente—).

De Susana López (también conocida como Susan Drone) escuchamos Drones to Zazeela, una pieza compuesta a partir de “drones” (o, más cerca de nuestro idioma, notas pedales) elaboradas con medios digitales, que se yuxtaponen —siguiendo a la propia autora— con paisajes sonoros. “La repetición y progresión armónica establecen las reglas que invitan a fundirnos en la infinidad”, escribe Susana López sobre esta evocación de Marian Zazeela, artista lumínica, diseñadora, calígrafa, pintora y, desde luego, artista sonora, que en los años sesenta del pasado siglo perteneció al Theatre of Eternal Music junto a artistas como La Monte Young, Angus MacLise, Billy Name, John Cale, Tony Conrad, Terry Riley, Garrett List, Jon Gibson, Jon Hassell, Rhys Chatham, Alex Dea y Terry Jenning, entre otros.

En la trayectoria, excepcional en tantos sentidos, de Lluís Callejo (nacido en 1930 en Villafranca del Panadés y prematuramente fallecido en Barcelona en 1987), el encuentro en 1963 con Josep Maria Mestres Quadreny —quien sólo era dos años mayor que Callejo— fue determinante para su vocación musical. Ambos, unidos a Andrés Lewin-Richter, fundaron en la Barcelona de 1974 el Laboratorio de Música Electroacústica Phonos, donde Callejo diseñó y construyó singulares equipos electrónicos para la producción y manipulación del sonido. La hibridación de lo artístico con lo científico que caracterizó su trabajo se manifiesta claramente en una obra como A Pitágoras (en re) —paradójicamente cercana a esa estética “drone” que muy pocos autores cultivaban en la España de 1985, pero que como se ha podido comprobar en esta misma sesión alcanza actualmente una enorme vigencia—.

El último subconjunto de audiciones incorpora varias piezas procedentes de un cedé titulado “Presencia de Luigi Nono - Memorias Electroacústicas Vol. I”, que la AMEE (Asociación de Música Electroacústica de España) editó en 1992 —esto es, dos años después del fallecimiento del compositor veneciano—. Esta iniciativa, por cierto, inició en el seno de la citada AMEE una serie de publicaciones discográficas que, manteniendo este tono de homenaje, han recogido obras de los socios dedicadas, al antes citado Pierre Schaeffer (“Música Concreta 60 Aniversario”, aparecido en 2008) o al fantástico compositor de origen armenio que visitó España —la ciudad de Cuenca, más específicamente— en los años sesenta del pasado siglo (“Aram Slobodian - Homenaje”, publicado en 2013). Desgraciadamente, la actual inacción (o, más bien, incompetencia) de la actual junta directiva de la asociación ha impedido que proyectos semejantes vean la luz.

En cualquier caso, la obra de Zulema de la Cruz (1958) La sombra del ciprés es alargada, así como In memoriam Luigi Nono, de Marisa Manchado (1956) —a las que se une Esa ola de luz, de Eduardo Polonio, antes mencionada—, reflejan la impronta de Nono en varias generaciones de compositores españoles.

Cuando nos ubicamos, precisamente, en el umbral del centenario del nacimiento de Luigi Nono las mismas preguntas que subyacen a esta sesión de escucha recobran todo su sentido: ¿qué significa celebrar a un o una artista? ¿Qué representan este tipo de actos (para el homenajeado, para el homenajeante, para el resto de la sociedad…)? ¿Dónde podría radicar la importancia de un gesto así? 

La presentación de esta sesión de escucha ha coincidido, quizás azarosamente, con la aparición de dos publicaciones que, de maneras bien diferentes, plantean algunas posibles respuestas para esos interrogantes: Por un lado, una obra colectiva que, bajo el título Figuras pioneras en el arte sonoro español recopila un conjunto de artículos que exploran los problemáticos conceptos aglutinados en ese título. Por otra parte —y de manera mucho más breve y modesta—, el texto titulado “Música sabia, la coloratura al dedillo y la noción mayor del mundo. Tres aniversarios: Tomás Bretón, María Callas y Pau Casals”, cuestiona el porqué de esas celebraciones (y no otras). Se puede acceder gratuitamente, a través de Internet, a esos dos textos (el primero constituye el segundo número de la revista científica Enclaves. Revista de Literatura, Música y Artes Escénicas —publicada por la Universidad de Sevilla—, y el segundo se incluye en el séptimo número de la revista Espiar a los árboles —editada por el Teatro Español—).
 

Finalizado
Pases:

Todos los pases han sido proyectados.